martes, 18 de marzo de 2008

Historia de un anillo


Me lo compré con quince añitos. ¡Qué ilusión me hizo! De plata, muy ancho... ¡brillaba tanto! Lo mandé grabar por dentro con el nombre de mi amor, Martin Kemp....

Unos cuantos años después, cuando conocí a Fran, mi devoción hacia él me hizo ir renunciando a pequeñas cosas, así que cuando me pidió que borrara el nombre y pusiera el suyo, lo hice.

No abandonó mi dedo anular de la mano izquierda hasta el momento de, ocho años después, ser reemplazado por otro, una alianza en oro blanco y amarillo.... sin inscripciones.

Otros ocho años más tarde... estando ya separada, mi amiga la psicologa social Vanessa Gamero me dijo que debía quitarme el anillo de casada, por mi estabilidad mental. Yo le decía que me lo quitaría cuando encontrara otro que me gustara más.... Me compré uno en oro blanco, pero me sentía incomoda, no se por qué.

Un dia, rebuscando en mi caja de abalorios varios (pendientes, collares, pulseras, colgantes, piedras brillantes, broches...) apareció mi anillo de quinceañera. Pensé que ya no me cabría, mi cuerpo ha cambiado tanto... pero si entraba. Pensé que, fíjate que ironía, me quitaba el anillo de casada para ponerme otro anillo, que llevaba su nombre....

Así que puse manos a la obra. Lo llevé a un joyero. Le mandé borrar la inscripción de su interior y grabar el mio por fuera. Sí, por fuera, abierta al mundo, sincera, mostrando lo que soy, cómo soy.....

Cuando lo recogí su aspecto era como el primer dia, tan reluciente, tan nuevo... que me hizo llorar de emoción. Como yo me siento ahora, nueva, reluciente, mucho por vivir.

Mi anillo. Parte de mi.

1 comentario:

Erotismo dijo...

Hola, veo que este blog me gusta más... creo que tienes fragmentos de tu vida muy interesante y vives el erotismo de una forma especial.

me gusta