lunes, 9 de junio de 2008

Desastre

Este fin de semana ha sido un autentico desastre. El caso es que todo pintaba muy bien el viernes. Me habían dado fiesta en el curro, porque me habían cambiado de turno sin avisar y yo necesitaba estar el sábado de mañana y tener la tarde libre para organizarme con Jose. Y mi jefe prefirió darme el día entero libre que cambiarme el turno y así poder reclamarme esas horas cuando le fuera bien a él.

Iba a ir con Jose al Circuito de Mora d'Ebre a hacer tandas el domingo y saldríamos muy temprano desde su casa con el remolque. Me hacía mucha ilusión verle correr con su moto. Me sentía ya muy orgullosa de él, deseando sacarle mil fotos, preparar una rica paella entre todos y compartir una tarde agradable con sus amigos.

El sábado por la mañana me levanté muy prontito, ducha, arreglarme, preparar la mochila con la ropa necesaria para estos días... Xavi también preparó sus cosas, se iba de fin de semana a casa de una amiga en la Vall d'Aran y salimos del piso juntos, él se fue con su moto y yo con el bus. Luego, mientras esperaba el tren, envié un sms diciéndole a Jose que le avisaría al llegar a Sants Estació.

Su contestación me dejó helada. Me pedía que no fuera, había surgido una emergencia familiar y se había suspendido todo. Algo grave, muy grave. Su madre había tenido un derrame cerebral y estaba en el hospital ingresada.

Cogí el autobús de vuelta a casa, apesadumbrada. Llamé al trabajo diciéndoles que iria a trabajar por la tarde. Si no había nada que organizar, no tenía sentido hacer fiesta.

Estuve triste, ausente y preocupada mientras trabajaba, pero la verdad es que también me ayudó a mantener la mente ocupada. Al volver a casa, un breve mensaje suyo me comunicaba que la cosa seguía estando muy mal.

El domingo fue terrible. Sola en casa, viendo película tras película hasta que me dolió la cabeza, llorando, acongojada, sin entender porqué no sabía nada de él pero sin querer molestarle. Incluso me preparé una tarta de queso y me la zampé enterita. Ni un mensaje, ni una llamada. Nada. Cuando Xavi volvió por la noche me encontró así, echa polvo, preocupadísima. Le expliqué todo lo que pasaba y él me calmó bastante, diciéndome que era normal no tener noticias, que debía tener paciencia, que Jose debía estar muy agobiado.

Durante todo el lunes tampoco he sabido nada de él. En el trabajo ya estaba que me subía por las paredes. Empezaba a pensar que algo espantoso debía haber ocurrido y no podía soportar la idea de imaginarlo sintiéndose mal y no poder abrazarlo. A eso de las diez y pico de la noche, por fin, he podido hablar un ratito, después de haber superado mis reticencias y haberme atrevido a llamarle en dos ocasiones, pero sin obtener respuesta. Efectivamente, había dejado el movil en su coche para no estresarse más. La situación está estabilizada.

Hemos hablado de cuatro tonterías, he procurado que, por un momento, no pensara en lo que está viviendo y se distrajera un poco conmigo. Me siento impotente por saber que no hay nada más que yo pueda hacer. Ojalá pudiera. Me duele más saber que la gente a la que quiero sufre que sufrir yo misma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Animo, llevo leyendo tus blogs unos días y me parece que escribes muy bien ( a mí también me gusta mucho la literatura). Tus cuentos de domingo son extraordinarios, bien escritos, descriptivos, llenos de sensaciones, admiro tu valentía y capacidad de vivir con energía (ese viaje a Italia, toda una proeza de impulso anulador de la razón). Te seguiré leyendo. Mi blog por si te interesa

www.lacoctelera.com/almiranteliterario

Bueno no es tan sensual como el tuyo, pero tiene otras cosas. Besos desde la tierra sembrada de cereal.