lunes, 28 de abril de 2008

Un fin de semana increible

Los más avispados habréis notado que he estado un par de días sin escribir.
La verdad es que no he estado en casa. He pasado el fin de semana fuera. Un fin de semana inolvidable. ¿El principio de algo especial...? No lo sé todavía... pero siento una vibración diferente a otras veces...

El sábado, después de trabajar, Jose pasó a buscarme por casa. Me había dicho que me trajera un bañador junto con la ropa.

Mi relación con Jose empezó hará ya cerca de un año, cuando él me envió un mail en una página de contactos para conocerme. Posiblemente fuera por la edad (es cinco años mayor que yo y por aquel entonces yo sólo iba con gente bastante más joven, el número cuarenta me asusta jajaja, aunque la verdad es que ya no recuerdo las razones exactas, quizás fuera por otra cosa), el caso es que contesté con educación y simpatía, pero diciéndole que no me interesaba. Él me agradeció la sinceridad en un mensaje de vuelta, acompañado con una foto en la que me estaba sacando la lengua. Me hizo mucha gracia, enseguida me di cuenta de que posiblemente me había equivocado. En muchos aspectos me recordaba a Xavi, mi compañero de piso y mejor amigo, y eso me hizo confiar, así que le escribí diciéndole que rectificar era de sabios y que a mi me gustaría conocerle también.
Nos pasamos las direcciones de mail privadas y los números de teléfono y comenzamos a escribirnos con regularidad y a hablar en algunas ocasiones.
La primera vez que nos vimos fue, casualmente, el primer día en que me puse enferma en Septiembre del 2007. Luego estuve tres meses muy mal. Yo volvía de pasar el fin de semana con mi amiga Eli en Tarragona cuando en el tren recibí un sms suyo. Íbamos charlando y él me propuso que saliera a la calle en Sants Estació, donde yo había de hacer transbordo, y le esperara, que pasaba a buscarme y me acercaba hasta Terrassa con el coche, así hablaríamos en persona.
Cuando Jose llegó, yo ya comenzaba a sentirme mal, estaba temblando de frío y me puso la calefacción del coche, en todo momento fue muy amable y correcto conmigo, sin esperar nada más de mi que amistad. Conversamos de multitud de cosas y nos reimos mucho juntos, a pesar de que yo no me encontraba del todo bien.
Cuando llegamos a la puerta de mi casa, me besó. O quizás le besé. Bueno, nos besamos.
Al día siguiente, había unos mensajes maravillosos en mi móvil (que todavía guardo) sobre la impresión que le había causado.... A mi también me había encantado estar ese ratito con él.
Luego fuimos quedando para tomar café, para comer juntos....
Hasta que un día se ofreció para hacerme un masaje.... Los dos sabíamos que no nos íbamos a conformar con eso, una vez entraran en contacto sus manos con mi piel...
¡Fue el mejor masaje que me han dado en la vida! Tuve agujetas tres dias. Respecto a lo demás, los dos coincidimos en que el acojonamiento de la primera vez había hecho mella y que se podría mejorar. Pero la visión de su cuerpo me dejó impresionada. La ropa disimula muchísimo sus formas, no imaginaba que tuviera ese cuerpazo fibrado, de músculos definidos, sus delicadas caderas, sus potentes muslos, una espalda como a mi me gustan y unas manos grandes y fuertes..... Ufff! Me quedé con ganas de mucho más, la verdad.
Así que cuando me invitó a pasar el fin de semana en su casa, acepté ilusionada.
Al recogerme la tarde del sábado, después del trabajo, me llevó a las Termas Montbrió, al Aquatonic (http://www.aquatonic.es/) un espacio lúdico-termal, en el que el agua te estimula, relaja y hace masaje.
Así que imagínate, yo que voy toda "fashion", bien vestida y maquillada.... ¡y lo primero que me hacen al entrar es cambiarme el vestido y los tacones por bañador, un albornoz y zapatillas y luego para entrar a las piscinas, pasar por un pasillo-ducha y mojarme toda la cara y pelo! jajajaja Quedé como un mapache, con todo el rimmel corrido, dejándome los ojos manchados de negro y la cabeza metida en un gorrito azul y blanco ¡Horrorosaaaa!....
Además yo no sé nadar demasiado bien y aunque en todas partes se hace pié, estaba un poco nerviosa, lo que me daba excusa para agarrarme bien fuerte a él.
Jose no dejaba de decirme lo guapa que me veía y eso me hizo sentir mejor. Jugamos en todos los rincones del centro, con el agua calentita y los chorros a presión nos pusimos tontorrones, el vigilante de la piscina casi nos pilló en la zona termal haciendo algo más que darnos besos, pero no nos dijo nada. Lo cierto es que nos reímos a más no poder y después de tres horas, salimos relajados físicamente, exaltados emocionalmente y arrugados como pasitas.
Cenamos en un restaurante allí mismo. Un lujazo de cena, buenísima y original, un vino de la tierra estupendo y un servicio impecable. Yo me había dejado la mochila en el coche, así que tuve que ir sin pintar ni peinar, con el pelo mojado de la ducha, pero Jose me hizo sentir en todo momento cómoda y bonita.
Luego pasamos por su casa, un piso sencillo, limpio y ordenado y nos arreglamos para salir a tomar una copa en un local precioso llamado Siddharta Spiritual Café en Cambrils.
De vuelta a su casa, ya no podíamos esperar más.
La noche, interminable.... Suerte que teníamos las pilas cargadas...
El domingo pasamos bastante de Fernando Alonso y continuamos disfrutando de nuestra piel, el mínimo roce era volver a empezar, estábamos cansados hasta el dolor pero queríamos más y más...
La vuelta a casa, postergada hasta lo inevitable, nos dejó con un punto amargo, pero con la ilusión de repetir de aquí quince días.... ¡¡¿Dos semanaaaaas?!! ¡¡Eternidad!!

1 comentario:

j dijo...

Felicidades Nikki. Qué gustazo da leerte en esa historia y verte tan feliz. Que dure, que dure. Dos semanas no son nada.
Un beso.
j