lunes, 14 de julio de 2008

Admirador

Hay un hombre que viene a comprar a mi tienda. Rondará los sesenta si es que no los ha pasado ya, pelo blanco, siempre con sus Ray-ban, siempre bien vestido, tejanitos y camisa, un gran crucifijo de diseño que dice que es exclusivo. Muy parlanchín, muy nervioso. Conduce un deportivo, presume de ser abogado y de tener un chalet en la Costa Brava. Un imbécil, vamos. Pero no se que le ha dado conmigo. Bueno, sí lo se, va de enamorado pero lo que quiere es llevarme al huerto.

Viene a verme con sobres en la mano, en los que me trae poemas, cartas escritas con una letra imposible, conchas, piedras y trozos de coral, me los entrega con una gran sonrisa de triunfador y, aunque yo le correspondo, en ningún momento he albergado deseo por él.

Convenciéndome por el lado de la literatura, me dijo que a ver si quedábamos y me enseñaba su biblioteca. Pensando que quizás lo juzgaba mal, accedí.

Al pasar a recogerme, veo que tira hacia la montaña. Empiezo a asustarme (y más después de lo que me estuvo contando JP, mi amigo policía...) Yo pensaba que tomaríamos un café en alguna terracita y charlaríamos de nuestros respectivos escritos... Así se lo hago saber y, parando en un recodo, me cuenta que me llevaba al sitio que él usa para inspirarse, un balcón a la naturaleza en el Montcau.... A mi no me va la naturaleza. Y eso de estar por ahí perdida con él me da mucho yuyu. Así que le convenzo para volver a la ciudad. ¡Para qué me meteré yo en estos líos!

Me lleva a su piso, un ático muy grande y muy destartalado, me enseña su horrible colección de libros y compruebo que también tiene una colección de fotos de mujeres enmarcadas que parecen recortadas de revistas, se ven muy falsas, y montones de fotos de él cuando era joven. Dice que yo también le he de dar una foto mía con una dedicatoria por detrás. Presume enseñándome un libro de una escritora que se lo dedicó... No debe haberse leído la dedicatoria, pues la chica le indica con buenas palabras que calladito estaría mejor. Y es que no hay conversación ninguna con él, es un completo monólogo sobre él y sus cosas, me corta a cada momento, no me deja explicarle nada... me siento frustrada.

Lo peor es luego en el sofá, me acaricia el brazo, me soba los pechos, dice que eso no es sexo, solo una caricia, "mira, ni siquiera me pongo..." me dice enseñándome la bragueta bajada de su pantalón de lino... Me cuenta que se está tirando a su señora de la limpieza y a alguna que otra cajera del Carrefour o del Eroski.... Yo le explico que mis amantes son guapos, cachas, bien dotados, jovenes... pero no se da por aludido. Me insiste en que me quede a cenar pero, temiéndome cosas peores, le pongo una excusa y me voy a casa. Joer con el yayo!

Sigue apareciendo por mi tienda, exigiéndome esa foto con dedicatoria, me escribe al móvil diciéndome que me quiere, inventándose mi vida (que si estoy con resaca, que si fui a una orgía...!!??!!) Yo ya ni le contesto. Soy liberal, pero tengo mis gustos. Y los pedantes no están entre ellos.

No tengo manías con la edad, ni con el físico, pero me gusta que haya comunicación, un entendimiento entre los dos, una complicidad. Y sí, caballero, una caricia puede ser sexo, igual que una mirada o una palabra...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego, Nikki, esta vez te lo has buscado tú solita. Si no te atraía lo más mínimo ¿Qué haces dándole tu móvil y quedando con él?

Nikki Fennel dijo...

Bueno, no me considero una persona aprovechada. En ningún momento se me habría ocurrido sacarle pasta o que me llevara a su chalet o que me hiciera regalos caros, como ya le pasó con otra compañera de mi tienda (lo que hacía que me diera un poco de pena) Simplemente creo que no es justo juzgar a la gente si no la conoces y pensé que en otro ambiente sería distinto... Al ser abogado y mostrar siempre tanta pasión por la poesia, me hizo pensar que era una persona cultivada y como además le gustaron mis relatos (aunque quizás sea por ellos que me ha juzgado mal) pensé que tendría alguien con quien hablar a un nivel más intelectual. No me atraia pero no quedo con la gente solamente para sexo, también hay otros motivos: amistad, intereses comunes, comaprtir vivencias... Yo no le he prometido nada en ningún momento, él se ha lanzado a por mi... ¿Cómo quedas tú con la gente fuera del trabajo, con señales de humo? Había de darle mi número para concretar nuestra cita... Pero ya ves que no fue como yo esperaba...

Anónimo dijo...

Nikki, en ningún momento pensé que quedases con él buscando sacar provecho de nada. Sé que lo hiciste con buena voluntad pero tía ¿dónde estaba tu instinto femenino? Un tipo pasado de tu edad que te viene con regalitos... ¡¡quiere tema!!