viernes, 11 de julio de 2008

Sattva

Hacía días que sentía molestias en la espalda, me notaba cansada, así que decidí volver a ir a Sattva. Ya había estado anteriormente en dos ocasiones, la primera con Jose, muy relajante, preparación de una noche intensa, la segunda para arreglar el dolor que sentía en la pierna izquierda, que es la que más cargo al trabajar y que desde entonces no me ha vuelto a molestar. Mano de santo.

David es un chico jovencito, de unos ventiseis años, moreno, delgadito y fibrado, muy simpático y agradable. Es el que me hace siempre los masajes. Me encanta, me hace sentir muy cómoda.

Entro en el cuartito, todo blanco, decorado con pequeños cuadros con caras de Buda y flores de loto, dibujadas con pincel y tinta negra en pocos trazos, tiene una temperatura agradable y aroma de incienso, una lámpara de sal da una bonita luz anaranjada que se mezcla con la tenue luz vespertina de la calle.

Me quito las pulseras, anillos y gargantilla y me recojo el pelo, me desnudo y me tumbo en la camilla, tapada con una toalla, observando el suelo de parquet por la abertura en la que descansa mi cabeza.

David entra y me pregunta si está todo bien. Se ha cambiado de ropa, lleva una camiseta suelta sin mangas y unos pantalones blancos muy anchos. Va descalzo. Pone un cd con música de Enya.

"¿Espalda?"
"Sí"
"¿Te gusta la mandarina?"
"Sí"

Y al cabo de un momento sus manos me recorren, liberándome de mis tensiones, cubriéndome de aceite con olor a mandarina. Me siento arcilla en manos de un artista, masa trabajada por un panadero experto, sus dedos vienen y van como olas en un mar tranquilo, imagino una playa de noche, iluminada por la Luna llena. Cierro los ojos, pero no quiero dormirme. Mmmm! ¡Es increibleee!

Es como una danza que él se conoce muy bien, va siguiendo la música, como si bailara a mi alrededor, cambiando presiones, cambiando de zona, cervicales, lumbares, me siento relajada y a la vez excitada... Sus caricias son dulces, o salvajes, alas de mariposa o presión intensa, dolor seguido de calma.... genial. Aprieto los labios con fuerza, si mi boca se abriera se me caería la baba jeje

Lo que siempre me resulta sorprendente es ver sus pies rodearme de un lado al otro de la camilla pero sentir que sus manos siguen masajeando sin moverse.... ¿cómo lo hace?

Se acerca a mi oido mientras pone su mano en mi hombro y susurra "quédate así hasta que vuelva" Yo solo puedo contestar "mmmm" que quiere decir vale...

Cuando vuelve me pregunta de nuevo si todo está bien, cómo me siento, yo estoy en una nube, me dice que siga unos minutos más así relajada y que ya puedo volver a vestirme, él me esperará fuera.

¡Cómo cuesta incorporarse en la puta camilla! Me visto rápido, voy al baño y paso por caja. Veinte eurillos por una hora de gloria. David se despide con una sonrisa, sabe que ya me he hecho adicta y que volveré a por más.

Salgo a la calle, mis pies sólo rozan las aceras, voy flotando hacia los Ferrocarriles para volver a casa. Esto sí que es dinero bien gastado.

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