lunes, 12 de mayo de 2008

Plan de dos dias

Por fin llegó el fin de semana que tanto había estado esperando.
Jose y yo habíamos acordado que uno lo organizaba él y el siguiente yo.
Y este era mi turno de sorprenderle...

Una tarde de perros. Lloviendo a cántaros. Empezamos mal.
Mucho tráfico, la gente ha sacado el coche para no mojarse y Jose llega tarde a la cita. Paciencia.
Me olvido del paseo por la Fira Modernista de Terrassa, otra vez será...
Nos vamos directamente a Barcelona, al cosmopolita barrio de Gracia, llegamos con el tiempo justo de dejar el coche en un parking, tomar un café y entrar en Sattva (http://www.sattva.cat/), un local donde un chico muy simpático llamado David nos hace un masaje.
El incienso, la luz tenue, la música relajante, el sonido de la lluvia en la calle, saber que estamos los tres solos en el local cerrado, el contacto de sus manos calientes sobre mi piel desnuda, sintiéndome completamente abandonada al goce de mis sentidos sobre la camilla, me siento en la Gloria, quizás un poquito culpable de saber que Jose está esperando su turno ahí fuera....
Pero luego me toca a mi esperar y, la verdad, se me hace corto, pasando el tiempo con la lectura de un libro sobre Feng Shui muy curioso y con bellísimas fotos.
Los dos salimos como nuevos, muy animados y caminamos alegremente bajo la lluvia hacia el cercano restaurante en el que he reservado mesa.
En un momento, comienza a llover más fuerte y llegamos empapados.
El restaurante se llama ConGracia (http://congracia.es/) y es muy sencillo y pequeñito, con ambiente romántico. Sólo tiene espacio para 28 comensales.
Ofrece menús "de degustación", es decir, muchos platos con poca cantidad, todo exquisito. Escogemos el "Menú sorpresa" y ciertamente, cada plato que nos traen es excepcional y sorprendente, acompañado de una copa del vino que mejor va con cada plato.
Un aperitivo de guisantes al wasabi, flan de marisco con alcaparras y pomelo, mollejas de ternera con boletus y carpaccio de queso, lubina empanada al oregano, magret de pato y espuma de queso con sorbete de menta y salsa de fresas.... Cada bocado nos deja con los ojos como platos, pues la boca no osamos abrirla. Los vinos son increibles (y yo, poco acostumbrda a beber, acabo con un globo...)
Es caro, pero vale mucho la pena. Quedamos encantados y con ganas de volver. Todo un descubrimiento.
Bien contentos con la cena y el vino, al salir nos encontramos con que ya dejó de llover y el aire fresco de la noche nos despeja.
Paseamos hasta el parking y emprendemos camino hacia Salou.
Allí, Jose me lleva a uno de sus locales favoritos, el Zeppelin, lleno de amigos, chiquillos moteros y surferos que nos saludan sin parar. Nos quedamos un ratito, escuchando musica heavy de la buena. La camarera, una rubia tremenda también amiga suya, nos invita a un chupito. La noche es joven y, ya en su casa, la hacemos durar hasta casi el amanecer.
El domingo es relajado, preparo una tarta de queso que me queda muy rica, picoteamos olivas, berberechos, mejillones y frutos secos mientras vemos las carreras, comemos pizza casera, nos dormimos en el sofá... Y nos amamos. Apasionadamente, cada pequeño roce despierta nuestro deseo una y otra vez sin poder evitarlo.
Me enseña las grabaciones que hizo con una cámara subjetiva desde su moto y nos reimos muchísimo. Compartimos ducha, caricias húmedas bajo el agua muy caliente, luego salimos a cenar a la Vedova Nera, unos bocadillos buenísimos.
Le veo un poco entristecido y, al preguntar, Jose me comenta que mañana ha de ir a firmar los papeles de su divorcio.... Se está comiendo un poco el coco...
Me quedo a pasar otra noche, no tengo prisa por irme, estoy de vacaciones. Y me encanta dormir junto a él.
A las siete de la mañana cojo el tren de vuelta a Barcelona mientras Jose se va a trabajar. Esta vez sólo tengo que esperar una semana.... pero es igual de dificil.

No hay comentarios: