lunes, 8 de diciembre de 2008

Puente

Jon vive en Bilbao. Nos escribimos a menudo por el Messenger. Teníamos muchas ganas de conocernos en persona. Así que lo organizamos para encontrarnos en Zaragoza, a medio camino entre los dos, por el Puente de la Constitución. Él viene en autocar, yo voy con el AVE. He reservado habitación en un hotel muy bonito en pleno centro.

Sábado 6, mi tren sale a las ocho. Xavi me lleva a Sants-Estació. Supongo que está deseando verme marchar, tener campo libre... Llevaba varios dias muy raro, limpiando mucho la casa (¡hasta el techo de aluminio del baño!), preguntándome inocentemente si tengo planes para el Puente, cuando tengo los papeles de los billetes del tren y la reserva del hotel justo encima de la mesa y tiene que haberlos visto sin duda... hasta que descubrí que una amiga suya viene desde Cádiz a pasar estos días con él ("y no le ha podido encontrar hotel donde alojarse", pffff!!!! ya, seguro!!!....) y va a quedarse en mi casa mientras yo no estoy. Me mosquea la idea de que una extraña se aloje en mi pisito, pero prefiero no pensarlo y continuar con la ilusión que me hace mi viaje. Ya hablaremos cuando vuelva....

Cometo un gran error, mi Mp3 se ha quedado en la maleta y no lo puedo sacar, pues me doy cuenta cuando ya estamos en marcha y yo voy en la ventana. Tengo que aguantar la estupida conversación de dos niñatas llamadas Marta y Melisa llena de "no se qués" y "¿sabes?", a tres por frase mínimo. Son tan bobas que al cabo de una hora ya se han quedado sin temas de que hablar. Lo bueno es que el trayecto no dura mucho más y ya me libro de ellas, no vaya a ser que vuelvan a empezar.

Al llegar a Zaragoza me enchufo por fin a mi querido Mp3 y enseguida localizo una emisora que me gusta, sólo de música de baile, sin anuncios ni locutores, llamada Splash FM. Jon no llega hasta el mediodía y yo no puedo entrar en el hotel hasta las 12, así que me acerco a un centro comercial muy cercano a la Estación de Delicias a darme un buen desayuno. Me encantan los centros comerciales, me quedo dando una vuelta, mirando todas sus tiendas, tranquilamente, hasta que decido que ya es hora de ponerme en marcha hacia el hotel.

Venía preparada con un plano que había sacado del Google Maps. El camino es un poco largo pero casi en linea recta y a mi me gusta patearme las ciudades, así que no hay problema. Solo temo por las ruedas de mi maleta, esperando que resistan y no me hagan una jugarreta.

Zaragoza impresiona por su grandeza. Todo parece enorme: las avenidas, los monumentos, los edificios: de repente te encuentras un castillo gigantesco, como los de los cuentos, enmedio de la ciudad...



A mi Mp3 se le acaban las pilas, así, de repente, y me quedo un poco sola sin mi banda sonora. Y no he traido pilas de repuesto. Pero, a pesar de ser un dia festivo, casi todas las tiendas estan abiertas. En un bazar consigo pilas nuevas y sigo acompañada de mi música. Llego a una calle peatonal, completamente llena de tiendas y de gente, que ya han decorado para las Navidades. ¡Me encanta!. Un chico muy alto y guapo me para, nada más entrar, y me pregunta si quiero el calendario de los bomberos de Zaragoza... Le digo que no, pero no se si me entiende, con todas las babas... Ufff! ¿No me lo puedo llevar a él? Mmmm! ¡Porfaaaa!....jajajaja



El hotel Las Torres está justo frente a la Basílica del Pilar, que es tan bonita que casi me hace llorar de emoción. La recepción es muy llamativa, mucho diseño: grandes cortinajes negros adamascados, marcos rococó que no enmarcan nada y suelo ajedrezado. Los pasillos son blancos y cada habitación tiene un nombre divertido. La mia es "Twinky pinky". La primera impresión al entrar en mi habitación es "¡¡¡Woooowwww!!!" Toda decorada en blanco y negro, muy básica, una cama enorme con tres tipos de luz, una de ellas por debajo de la cama, una bonita araña de cristal, una tele enorme de plasma, un cuarto de baño con una ducha muy chula, con radio y luz incorporadas y varios tipos de chorros de agua.... Cuando la miras más atentamente compruebas que es realmente una habitación muy básica. No hay armario, solo un par de cajones y una barra con dos perchas y un espejo móvil, la encimera del baño es de madera y está muy estropeada, la lámpara es de plástico, no hay una triste escobilla para el water... pero me sigue gustando. Al final del pasillo hay un pequeño gimnasio y tengo incluidos los desayunos de los dos dias que voy a estar.

Me llega un mensaje de Jon. Había "overbooking" en el autocar que pretendía coger y se ve obligado a coger el siguiente. Llegará algo más tarde, pasada la hora de comer. Así que me entretengo dándome una buena ducha (por cierto, genial combinación poner Splash Fm en la ducha jaja), viendo la tele, bailando y haciéndome fotos por la habitación.

Cerca de las tres de la tarde, Jon me avisa de que ya está llegando en un taxi. Le digo que le esperaré en la recepción. Mi vestido es negro y el asiento, de esos tipo años 60, como una esfera cortada para poder sentarse dentro, tambien es negro, así que no se me ve demasiado. Él entra y le dice a la recepcionista que está en la 205 y que ha quedado con una amiga en el vestíbulo. "¿Y no te sirvo yo?" le pregunto, entre risas, saliendo de mi escondite. Nos abrazamos y subimos para dejar su mochila. Y pasamos la tarde juntos, conversando y divirtiéndonos.... Jon es moreno, bastante alto, con pinta de estudiante, poco pelo, gafitas sobre unos ojos de pobladas pestañas, oscuros pero muy dulces y infantiles y una sonrisa encantadora. Enseguida ha habido buena química entre nosotros.

Llega la noche y los dos estamos muertos de hambre. Damos una vuelta por el centro, buscando un buen sitio, pero acabamos cenando en el Vip's, yo una ensalada y él una pizza gomosa. Un servicio horrible y una comida bien mala para lo caro que es. Volvemos a la habitación y vemos juntos un episodio de "Los Soprano", serie de la que había oido hablar pero que nunca había visto. Antes de que termine él ya se ha dormido... Ha sido un día agotador. Es una sensación extraña dormir a su lado: no se mueve, casi no respira, a veces me lo quedo mirando fijamente, temerosa de que se me haya muerto...

El domingo 7 nos levantamos tarde pero animados y nos damos una ducha. Antes de bajar a desayunar, me pregunta a que hora sale mi tren... Estoooo.... mi tren sale ¡mañana lunes!... En cambio, su autocar de vuelta sale esa misma tarde, así que nos lo tomamos con calma y vamos dando un paseo hasta la Estación, por el camino por donde yo vine y comemos en el McDonalds del centro comercial. Le sabe mal que no nos hayamos entendido con las fechas y que me vaya a dejar sola un dia entero, en vez de aprovecharlo a mi lado. Al menos puedo decir que este vasco se ha ido sabiendo un poco de catalán: "Estic rebentat" repetía una y otra vez, el pobre...

Regreso al hotel, paseando sin prisa, aprovechando para hacer algunas fotos, comprar algún souvenir y pasarme a ver el Ebro. Me entretengo en mi habitación hasta que es hora de cenar y bajo a un restaurante chino cercano a comer hasta no poder más. Las penas con pan son menos, que se dice... Casi tengo que volver rodando jeje Una vez en mi amplia camita, vuelvo a ver "Troya", aprovechando que esta tele me da la opción de verla en versión original con subtítulos.


El lunes amanece feo. Está muy nublado, chispea y amenaza con llover con fuerza. Por suerte también he traido mi paraguas rojo. Tras el desayuno me despido del hotelito y me paso por la consigna de la Estación a guardar mi maleta mientras yo curioseo por Zaragoza. Visito un mercadillo callejero y me monto en las cabinas que llevaban al recinto de la Expo, que terminó en Septiembre. El Puente del Milenio es muy bonito, muy "Calatrava" jajaja pero lo que fueran las instalaciones, completamente abandonadas ahora, estan a medio desmontar, dándo un aspecto muy lúgubre a la zona.





De nuevo en el centro comercial, que ese lunes está casi muerto, sin tiendas abiertas ni gente, como en un restaurante un plato combinado. En la Estación de Delicias, me compro un par de libros que me ayudan a pasar un rato entretenido hasta que llega mi AVE de regreso a Barcelona, donde hago transbordo y cojo otro tren hasta Terrassa. El bus me deja en la puerta de casa.

Estoy casi muerta de cansancio, pero me lo he pasado muy bien. Jon es un encanto de niño y Zaragoza es impresionante. Espero volver a ir, creo que me ha quedado mucho por ver y conocer... Y me sigo escribiendo con Jon por el messenger. La próxima vez, con más tiempo, quizás hasta me acerque yo a Bilbao, quien sabe...

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo de Bilbao está hecho....bessosss