viernes, 19 de diciembre de 2008

Gonzalo

"En alguna ocasión hemos intercambiado algún mensaje fugaz a través de nuestros blogs... yo la verdad es que estoy en una temporada muy vaga y no he iniciado mi nuevo blog.... pero a lo que voy .... ¡¡¡perdón !!! Lo primero me presentaré: mi nombre es Gonzalo, separado, 41 y con muchas ganas de experimentar y vivir todo aquello que no me ha sido posible vivir durante mi matrimonio, no busco sexo por sexo, para mi es necesario feeling, atracción, mucha complicidad... siempre digo lo mismo: antes una buena copa de vino o una buena charla a un mal polvo jajaja, soy una persona culta, educada, divertida y me encanta el deporte (¡¡¡practicarlo, claro!!!) y todo lo que tenga que ver con el mar, soy muy morboso e imaginativo y odio el sexo "convencional", me gusta la innovación , algo exhibicionista, en fin... y para colmo me traslado a vivir a una ciudad de la que no conozco nada.... Terrassa ... ¿me ayudas en la mudanza? jajaja No, en eso no, pero ¿en enseñarme un poco la ciudad? Si te apetece estaré encantado de hacerlo con alguien tan especial como tú. Un besito."

Sí, le recordaba. Una foto de su cara, con una mirada que parecía preguntarme "¿a que esperas?" me desafiaba. Camisa, jersey, de tonos azulados, con aires de niño pijo. Le contesté alguna cosa divertida, como que encantada le llevaría el paquete, o algo así... Un par de mensajes más adelante, me invitó a la inauguración de su nueva casa, el miércoles día 10. Imaginé que sería una fiesta con sus amigos y conocidos.... pero no fue así. En un sms me dijo que esperaba que le llevase a un sitio chulo para cenar. ¡Cenar, solos, él y yo! Vaya, que sorpresa. Pedí consejo a un compañero de trabajo, que me recomendó un restaurante un tanto peculiar en el centro de Terrassa.

Así que, cuando pasó a buscarme, nos fuimos a "C.e.r.o.", Companyia d'Espaguetti de la Rambla Oest, casi al principio de la Calle Arquimedes.... Curiosamente, está muy cerca de su casa, me comentó al decirle la calle donde íbamos. En persona era muy guapo y divertido, algo delgado, pero me confesó que era porque había perdido mucho peso debido a una enfermedad. Me sorprendió contándome que hacía mucho ejercicio, que salía a correr todos los días y se daba la vuelta entera a la ciudad, además de ir al gimnasio.

El "C.e.r.o." es realmente diferente a otros restaurantes en los que he estado. Ambiente en penumbra, mesas muy básicas de madera, todo muy informal. Incluso tienen un DiscJockey junto a la puerta, poniendo una música que no había oído en mi vida pero que no me desagradó. Una chica delgadita con cresta y muchos piercings en la cara se nos acercó y nos preguntó si ya habíamos decidido qué queríamos.... Nosotros nos miramos con cara de sorpresa y le dijimos que no nos habían traído carta para mirar. Ella, alzando las cejas, nos señaló la pared. Pintada de negro, unas enormes pizarras llenan la parte superior y, escrita a mano con tizas de colores, está la carta y los precios. Cocina muy casera, precios muy económicos. Peculiar, sí. Nos pedimos unos spaghetti a los cuatro quesos, que nos sirvieron en cuencos, una ensalada de estilo griego (queso, olivas negras, tomate...) compartida entre los dos y una botella de vino lambrusco, de la que no quedó ni gota. No paramos de hablar en toda la cena, muy animados, riéndonos un montón, intercambiando secretos, historias... Un chico realmente increíble, lo que me dijo de él en su nota era absolutamente cierto: es agradable, culto, educado, parlanchín, gracioso... Un encanto. Y que bueno está, el jodío...

Luego nos fuimos a su casa. El frío en la calle era casi insoportable, pero él había dejado puesta la calefacción y enseguida entramos en calor. Me enseñó un sillón que había en su comedor, de esos que hacen masaje. Me hizo sentar y lo tumbó casi horizontal, y yo, en la Gloria, con la agradable vibración en mi espalda, mientras él me besaba y acariciaba, deseando más y él, muy despacito, haciéndome esperar.... Me quedé enamorada de su pelo, tan suave, tan suave.... Y de su deliciosa sonrisa... Y de su fuerza... Y declaramos inaugurado su piso, en su dormitorio lleno de bolsas y cajas por abrir...

La siguiente vez que quedamos, domingo por la tarde, la confianza adquirida nos hizo ir más lejos. Atada en cruz sobre su cama, los ojos vendados, música en unos auriculares en mis oídos, un puntito de miedo que acrecentaba mi excitación... Noté la frialdad de la nata sobre lugares estrategicos de mi piel, la calidez de su lengua al recogerla, su dulce sabor al juntar nuestras bocas... La leche condensada me dejó pegajosa, es un goloso, suerte que la miel la dejó para otro día, jajaja... Mi cuerpo se arqueaba buscando el suyo, que no me daba descanso, usando todos sus recursos para hacerme gozar, yo tiraba de mis ataduras, queriendo soltarme, queriendo acariciarle, sentir la tensión de sus músculos en mis dedos... y es en ese momento que un nombre acudió a mis labios... y me dejó paralizada darme cuenta de a quien estaba llamando... el nombre de "aquel que no debe ser nombrado" en este blog (y no es Lord Voldemort, ciertamente, jeje) y el dolor de la añoranza me hizo llorar silenciosamente, al darme cuenta de lo mucho que todavía lo quiero y lo echo de menos, de que desearía que fuera él el que estuviera en este momento sobre mi, sentir su placer, sus ganas, pero eso ya es imposible... Me doy cuenta de que debo andar con cuidado, no quiero que nadie vuelva a hacerme daño, entregarme demasiado, enamorarme de la persona equivocada, otra vez...

Me quedé a pasar la noche en casa de Gonzalo y por la mañana temprano nos duchamos juntos, jugando con el agua y el jabón, pasándolo bien pero sin tiempo para entretenernos demasiado, porque le esperaban.

Un par de mensajes suyos me hicieron reír de nuevo durante la mañana. Llegó pronto a su cita en Barcelona, para la que salió con rapidez, y me dijo que le hubiera gustado alargar nuestra ducha un poco más.... Al día siguiente, otro en el que me confesaba que hacía años que no tenía tantas agujetas jajajaa Es algo a tener en cuenta en un chico tan deportista... Yo también estoy molida, pero ese dolorcillo soportable me hace recordarle y me gusta.




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