Secretary

Lee Holloway acaba de salir del psiquiátrico. No sabe expresar el dolor interior que le producen las situaciones de tensión en su vida cotidiana, sobre todo con su familia, así que se hace daño ella misma, se corta en brazos y piernas, en lugares donde nadie puede verlos. Guarda una cajita con los artefactos que usa para sus cortes y un pequeño botiquín. La descubrieron cuando, mientras fregaba los platos, se le fue la mano al usar un cuchillo y se cortó más de la cuenta.

Ahora, tras hacer un cursillo de mecanografía, busca trabajo. Pero nunca ha trabajado antes, no es muy agraciada y no sabe tratar con la gente. Así que tiene pocas posibilidades.

Hasta que un día encuentra el despacho del Sr. Grey, un abogado taciturno que lucha contra sus propios demonios internos, una vena sádica que algunas veces no logra controlar y que le hace estar permanentemente en busca de secretaria, pues no soportan sus constantes humillaciones. Lee consigue el puesto y su total agradecimiento y devoción, su humildad y sencillez, hacen de ella una sierva perfecta. Él descubre su secreto y comprende muy bien por lo que ella pasa. La obliga a prometerle que no volverá a hacerlo. Ella tira su cajita al rio, para obedecer a su Señor. Poco a poco van estableciendo un vinculo muy íntimo entre ellos.

Hasta que un día, furioso con los errores de mecanografía de sus cartas, la riñe. Se da cuenta de que ella no podrá evitar el autocastigarse, así que decide darle esa ración de dolor sin que tenga que herirse, azotándola en el trasero, mientras lee la carta en voz alta. Y eso, lejos de asustar a Lee, le descubre un nuevo mundo donde el castigo físico no es sólo dolor sino placer. Así descubren que se complementan, que su relación podría llegar más allá, podría ser amor.

Me habían hablado muy bien de esta película, alguna actriz que conozco me había comentado que ese era el papel de sus sueños, pero no había tenido ocasión de verla. Y me ha sorprendido. Me ha gustado mucho.

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