domingo, 14 de septiembre de 2008

Despedida de soltera


Nunca había estado en una despedida de soltera. Cuando una de mis compañeras de trabajo me invitó a la suya, no tenía muchas ganas de ir, la verdad. Pensar en veinte mujeres histéricas chillándole a un chico que se empeña en frotarse con todas, ataviadas con pollas por toda su vestimenta, me ponía los pelos de punta. Aunque parezca a veces muy lanzada, en realidad soy muy tímida, tengo mucho sentido del ridículo, me pongo muy vergonzosa, en según que situaciones me corto un montón. Pero Xavi insistió: "venga, mujer, no puede ser tan malo, así lo pruebas, verás cómo es (y seguramente no será como te imaginas) y tendrás algo que explicar en tu blog...". Así que, a regañadientes, dije que sí.

Las catorce chicas que nos íbamos de despedida (compañeras de trabajo y familiares) quedamos en la puerta del super a las diez de la noche. Todas debíamos vestir de negro, excepto la futura novia, que iba toda de blanco. A mi me habían encargado de comprar los correspondientes artilugios: una banda en la que se leía "Estamos de despedida" con su correspondiente pene, un velo de novia blanco, con su correspondiente pene en todo lo alto y catorce pins de penes a pilas que se iluminan en dos colores (como se que lo voy a tener que llevar yo, he pillado los más discretos que había, lo juro)... Ay, que esto no pinta bien... Ya empezamos con las pollas... Al final nos falló una chica que no se encontraba bien, así que eramos trece.... Suerte que no soy supersticiosa.

El autocar que nos tenía que recoger se perdió, Carmen dijo que lo había visto dando dos vueltas a la rotonda que hay en la calle paralela a la nuestra. Cuando por fin llegó, nos sorprendió lo grande que era. Nos sentamos en la parte de atrás, nos sobraban tres cuartas partes de autocar. Con el Teletaxi a tope, nos vamos hacia Barcelona, bailando y cantando en el pasillo, yo escondida en mi asiento, riéndome a morir. Repartimos lo comprado y, ala, ya está, ya llevo puesta la puñetera polla que brilla...

Llegamos a un pequeño bar-restaurante y quedamos con el conductor del autocar en que viniera a buscarnos en un par de horas. Nos llevan a un salón al fondo del local. Un chico muy simpático nos explica que irá entrando para proponernos pruebas y leernos tarjetitas rollo Un, Dos, Tres, y que cada tarjetita lleva un regalo. El resultado: Un gorro hinchable, con forma de pene, un pepino de plástico que dentro llevaba... sí, un pene, y un pene que brillaba en la oscuridad y al que se podía jugar a tirar unos aros... Creo que el gorro hinchable pasó luego por las cabezas de casi todas...


La comida es un verdadero asco, un paté malucho pasado por la sartén (???) con tostadas, unos pinchos de sepia que están tan secas que se pegan a la madera y no hay manera de comerlas (¡un nuevo invento! mini chicles de sepia, habrá que decirles que lo patenten...) y luego un plato a escoger, carne o pescado. Nos reparten servilletas con penes dibujados, vasos con penes, platos con penes, hasta pajitas con forma de penes (por favor, bromas con las pajitas no jeje...) A cada momento se "cuelan" animadores del evento: un tipo con una camisa de fuerza que le pide a la homenajeada que diga un secreto inconfesable de cada una de nosotras... Carol es muy buena nena y no entra mucho en el juego, supongo que ser el centro de la fiesta la cohibe un poco. Los tres primeros son suaves... luego se queda sin saber que decir de cada una (¡que suerte para mi, que soy la última!¡Con la de cosas que podría haber dicho! jajaja) Al final le hacemos unas fotos divertidas atada con la camisa de fuerza.

Por fin llega el ineludible "boy", que viene disfrazado de agente del FBI. Es guapetón de cara pero flaquito de cuerpo, aunque está bien no es ni de lejos el tipo de hombre que a mi me haría gritar. Estoy rezando para que no se me acerque y mis oraciones son escuchadas: solo me acaricia sensualmente la melena al pasar. Otras se llevan buenos achuchones, Carol todo un bailecito muy sexy y un aplauso y una que yo me se (que lee este blog y su marido también jajaja) un primer plano sin calzoncillos bajo la toalla... Tampoco eso era para tirar cohetes, pobrecito. Luego, traviesas, no le queríamos devolver la ropa, pero no quedó más remedio.

Mas tarde llega uno disfrazado de niño pequeño, que nos hace salir a las solteras y cantar una canción infantil (ya no recuerdo si fue "el patio de mi casa" o el "corro de la patata", mi mente ha preferido borrarlo) mientras damos vueltas a su alrededor con las manos cogidas y nos va pegando en la cabeza con un biberón gigante. Harta de que siempre me toque a mi el golpe, me dedico a bajarle el pañal cada vez que paso por detrás suyo para mantenerlo ocupado, hasta que nos deja parar y volver al sitio. A pesar de todo, creo que pocas veces me he reído tanto.

El postre de la cena es, evidentemente, un pastel con forma de pene. Y como regalo final, un fotomontaje con la portada del "Qué me dices?" anunciando en exclusiva el día de la boda y una foto que le echó a la novia una compañera por sorpresa con el móvil en el vestuario de la tienda.
Cuando volvemos al autocar, descubrimos que Emma se ha llevado en el bolso una jarra de sangría y lo que queda de la botella de cava y nos las vamos pasando de unas a otras entre risas mientras nos dirigimos a una pequeña discoteca en la Avenida Mitre con Balmes.
Toda la gente que hay dentro son de despedidas de soltero/a, así que imaginaos el desmadre. Escogemos nuestra zona y bailamos en un corrillo. El camarero de la barra es un verdadero bombón y lo convencemos para que se haga fotos con nosotras. En un momento que me acerco a la barra a por una tónica (yo bebo muy raramente alcohol) me dice, picarón, que la mía es la única polla que sigue tiesa. Se refiere a los pins brillantes que llevamos, que muchas lo llevan ya sin pilas o en mala posición. Con un guiño, le contesto que por supuesto, porque tiene motivos para ir animada, y le señalo mi generoso escote. Él asiente, dándome la razón y un buen repaso. ¡Qué mono! Ay, si no estuviera tan bien acompañada... Por cierto, que las fotos que nos hicimos Vane y yo poniéndonos morritos son geniales, a ver si me las pasa...


La mayoría de nosotras no suele salir por las noches, así que a las cuatro ya estábamos realmente cansadas y deseando que fuera la hora para pillar el autocar de vuelta a casa. Y eso no fue hasta las cinco y media, así que llegamos a Terrassa cerca de las siete.

Bueno, mi primera despedida... y creo que será la última... Me he reído muchísimo, me lo he pasado mejor de lo que esperaba, sobre todo gracias a Anita, Carmen, Cristina y Emma, sin ellas hubieramos sido un puñado de sosas... Pero después de todo era realmente lo que yo decía: un puñado de histéricas gritándole a un chico y ataviadas con pollas... sí, sí, hasta la que menos te esperas...


3 comentarios:

Dr.Mikel dijo...

Pues chica que quieres que te diga, igual desde dentro y participando te diviertes y es hasta otra cosa, pero yo ver una mananada de tias ataviadas con sombreros de polla me parece no solo soez sino además patetico.
Enfin como decia aquel, nunca digas de esta agua no bebere, ni este cura no es mi padre.

carmen dijo...

Somos las mejores, esto hay que repetirlo lo pasamos en grande, aparte de que el boy tubiera la cosita un poco chica jaja pero nos reimos un monton un beso moni te echamos de menos un besote

Anónimo dijo...

Las despeidas con únicas. A todos nos parece una horterada esto de las pichas, pero las risas que pasan la novia y sus amigas sobretodo al ridiculizarla, un poquito, no tienen precio. Total, la despedida es una vez en la vida.....