Estaba esperando en la consulta de mi dentista, cuando me sonó el movil. El número de la empresa. Mi jefe me dijo que tenía que hablar conmigo. Como la consulta está justo enfrente de mi tienda y aún tenía que esperar un rato hasta que me atendiesen, le dije que me acercaba en ese mismo momento.
Mi jefe y yo nos metimos en su despacho. Empezó diciendo "primero de todo te diré que yo te quiero mucho..." Uy, uy, uy, esto me suena muy mal, pensé...
Resulta que necesitan dos personas para trabajar en una de las tiendas de Barcelona. Y mi jefe, que dice que yo soy muy "aventurera", ha pensado en mi para que vaya.
Noté que las lágrimas acudian a mis ojos. Me he tirado dos meses trabajando en otra tienda... ¿y ahora quieren que me vaya a Barcelona? no, no, no.... Si ya llegaba super tarde a casa estando en mi misma ciudad, imagínate teniendo que viajar más de treinta kilómetros cada dia...¡dos veces!
Me siento rechazada, poco valiosa, prescindible... aunque mi jefe argumente justo lo contrario: dice que si piensa en mi es porque valgo mucho y puedo dar buen ejemplo donde vaya.
Al ver mi reacción, se echa atrás. Enviará a otra persona, dice que yo ya he cumplido, pasando esos dos meses en otra tienda... Yo le digo que, si no encuentra a nadie, puede contar conmigo, a pesar de todo...
Estoy de bajón, me siento triste.
Al final el que se ha ido ha sido Q, el chico que me gusta de la tienda y otra compañera, Carol (la de la despedida de soltera). La gente no para de decirme: "¿lo ves? si hubieras dicho que sí, ¡cada día irias en coche con Q!" y me hacen gestos de que algo podría haber pasado entre nosotros, aunque yo se que no es verdad.
Lo echaré de menos.
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