sábado, 1 de noviembre de 2008

Halloween

Llevaba toda la semana esperando para que fuera viernes. Halloween. Había hecho unos planes muy guapos. A las cinco tenía hora reservada en Sattva con David para un buen masaje que me dejara relajada, a las ocho y media, una ruta por el casco antiguo de Barcelona hablando de mitos y leyendas y a eso de las diez y media o las once, cita con Flecha en la disco Demonix de L'Hospitalet para otra performance con él y Lorena.... Pero todo empezó a ir mal esa misma mañana.

Me había traído la ropa para cambiarme al trabajo y al salir a las tres me iba directamente con los Ferrocarriles a Gracia. Le mandé un mensaje a Flecha para que me diera todos los detalles de donde estaba la discoteca, qué debía llevar y demás para saberlo antes del desayuno. Pero al ir a almorzar, comprobé que se me había acabado la batería del móvil. ¡Estaba incomunicada! Y como no iba a pasar por casa no podía coger el cargador. Pensé que ya se me ocurriría algo, o que al volver de la ruta aún me daría tiempo de llegar hasta allí.

Salí escopeteada hacia Barcelona, comprándome para comer unas croquetas en el Nostrum que hay junto a los Ferrocarriles y así ir picando de camino. Al llegar a Gracia se puso a llover con fuerza. Por suerte llevaba paraguas.

Llegué a la puerta de Sattva a la hora acordada, pero no había nadie. Me tiré mi buen cuarto de hora resguardada bajo los balcones, sintiendo como la lluvia iba llenando mis zapatos. No entendía qué pasaba, David es siempre muy puntual... Llegó el compañero de tienda de David y me dijo que estaba malito, que una muela le estaba dando problemas y que se había ido de urgencias, que me habian mandado un mensaje al móvil avisándome de que no viniera.... Puto móvil.

Así que yo contaba con salir de allí relajada sobre las seis y media y así no esperar demasiado hasta la hora de la ruta, y terminé con una hora de más para rondar, cabreada con el móvil y mojada... Y con la duda de que, si no dejaba de llover, ¿habría ruta, después de todo?

Me metí en una tienda mítica de Gracia, la Lucy in the Sky with Diamonds, conocida como LSD, al principio de Gran de Gracia, que está en permanente liquidación, desde que tengo memoria de ella, pero nunca acaban de cerrar y me lo tomé con calma, mirando sus curiosos objetos de decoración. Acabé comprándome un divertido llavero con forma de pollo de goma, antiestress, lo aprietas y le sale un saquito con un liquido blanco brillante de te deja hipnotizado por la forma en que se mueve (luego he caido en la cuenta, al encontrarme dentro una pelotilla amarilla de que se supone que es un huevo jajaja). Fui bajando por el Paseo de Gracia, mirando tiendas, me tomé un café en el Dunkin Donuts, bastante bueno, por cierto. Me patee el centro, me metí en una librería del Portal del Angel y estuve mirando calendarios, en las galerías del Camello, en varias tiendas de la Calle Tallers, de ropa gótica, mirando y probándome corsés y vestidos estrafalarios, lo que fuera con tal de pasar el tiempo hasta las ocho y media.

Cuando ya casi era la hora, me dirigí a la Plaza Sant Jaume, nuestro punto de encuentro. Allí me uní al grupo que esperaba con los papeles de Atrápalo.com en la mano. Casualidades de la vida, en ese momento pasó mi amigo Ramón Maiden (genial diseñador y persona, ya os hablaré algún día de él...) por la plaza, de camino a una fiesta con sus amigos y estuvimos charlando un ratito.

La visita estuvo muy bien, recuerdo haber comentado en uno de mis post, cuando leí el libro La Barcelona Mágica, que debería organizarse una visita guiada y esta es exactamente lo que yo había imaginado. El guia, un chico de unos ventitantos, con aspecto un poco hippy, enseguida se dió cuenta de que yo venía sola y, entre explicación y explicación, estuvimos tonteando. Incluso, hacia el final de la ruta, hablando de las brujas y del Maleus Maleficarum, un libro de la Inquisición que explicaba cómo debían ser estas "seguidoras del Diablo" para reconocerlas y atraparlas, nos dijo que en él indicaban que si eran mujeres jóvenes, serían pelirrojas, atractivas... se me quedó mirando y dijo (¡delante de todos!) "mira... tú podrías ser una". "Me has descubierto", le contesté con una sonrisa, notando que mis mejillas se ponían rojas...
Al terminar la visita, eran más de las once. Había durado mucho más de lo que suponía, así que ya no esperaba llegar a tiempo a lo de Flecha y su performance. Me compré la cena en un Pans & Company y me volví a casa en el tren.
Al llegar, más de las doce de la noche, puse el maldito móvil a cargar. Me salieron todos los mensajes del día, y le mandé uno de disculpa a mi amigo.
Felíz Halloween.

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