viernes, 21 de noviembre de 2008

El Cusinet en Terrassa



Maika, una compañera de mi nueva tienda, me estuvo hablando de un restaurante muy bonito aquí en mi ciudad y me entraron muchas ganas de conocerlo. Y ¿quien es mi compinche en conocer restaurantes? ¡Mi "cusinet"! Así que le envié mensaje diciéndole que le invitaba a cenar en Terrassa. "Hagamos una cosa" me contestó, "tú me invitas a ir, pero yo pago la cena..." mmmm... "Vale, pero luego a las copas invito yo".


Así que a las diez y media estaba ya esperándole en la puerta del restaurante, recién salida del trabajo, llevando unas medias de fantasía, botas altas y un jersey/vestido en color violeta que me deja los hombros al descubierto. Mi teléfono vibró con la llegada de un mensaje de texto: "Acabo de salir del aeropuerto, llego ahora desde Málaga. Estaré ahí enseguida. Espérame dentro, que hace frío".


El restaurante se llama La Botigueta (la tiendecita, en catalán)(http://restaurantlabotigueta.com/) Es espectacular. Está distribuido en varios ambientes, cada uno decorado como tiendas clásicas de principios del siglo XX. Hay una sastrería, con sus maniquís, una bodega con sus toneles y tinajas, una juguetería llena de juguetes antiguos, hay un par de pequeñas furgonetas de reparto, y está todo decorado muy al estilo modernista, con bellas lámparas de colores y el exterior todo en negro y dorado. Tienen hasta una preciosa máquina registradora de aquellas muy muy viejas... Me llevan hasta la mesa reservada para nosotros, junto a la Juguetería y me pido un Martini blanco para ir abriendo el apetito mientras aguardo su llegada.


Al ratito, mi Cusi entra y me busca con la mirada. Trajeado, con corbata, abrigo largo, guapetón como siempre. No es dificil encontrarme, apenas hay un par de personas más en el restaurante en esta noche entre semana. Ha pasado por su habitación en el Hotel Don Cándido a dejar el equipaje, pero me confiesa que necesita refrescarse después del viaje, que está realmente cansado. No hay problema, le digo con una sonrisa, luego disfrutaremos de una laaaaarga ducha juntos....


La comida que sirven es tipica catalana, nos pedimos un surtido de "torradas" variadas para compartir, él un carpaccio y yo un secreto ibérico a la brasa (¡que estaba tremendo de rico!), todo acompañado de un buen vino.


Tras el café, nos vamos a buscar el coche y le indico cómo llegar al Bartini's. Aparcamos un poco lejos para bajar la calle andando, cogidos de la mano, y que el frescor de la noche nos alivie los calores de la cena, el vino y la compañía.


Mi Cusinet me hace conocer las delicias del gin tonic, con una ginebra llamada Seagram's, aunque yo me pido un Manhattan, para descubrir el color del combinado que mi amiguete Jordi dice que quedaría tan bien en una foto ante mi pubis, color rojizo-ambarino como mi cabello, y le envío un mensaje contándoselo, para que sepa que me acuerdo de su comentario.


No esperamos mucho para irnos al hotel. La vista interior, circular, llena de plantas en cada balcón, es impresionante. Y la habitación es bonita también. Y la ducha nos sienta genial a los dos... Y, aunque odio mojarme el pelo por la noche, nuestros juegos acaban con mi melena empapada sin remedio...


Nos quedamos dormidos de madrugada, con las luces encendidas, exhaustos...

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