Resbalón

Llueve en Terrassa, esa lluvia leve que en vez de limpiar cubre los coches y las aceras de una especie de limo gris. Yo tengo una cita en el centro, a las once he quedado con la que será mi procuradora en mi divorcio para firmarle una autorización.

Bajo caminado con rapidez, no quiero llegar tarde.

De repente, veo mis dos pies continuar su camino sin mi, levantando el vuelo. Cuando me quiero dar cuenta, estoy estirada en el suelo, dolorida. ¡Mira que tengo culo y he ido a aterrizar justo sobre la rabadilla! Estoy casi llorando, ¡duele muchísimo! Me levanto poco a poco. Una señora mayor se acerca a ayudarme y me pregunta si me he hecho daño... Pues sí, bastante.

Ahora caminar se hace una tortura, cada paso, cada movimiento, me destroza.

Lo gracioso, si se puede decir así, es que hace un par de dias pisé un cartón que había en la calle y me caí, en esa ocasión fue de rodillas, me quedé como si estuviera rezando, no podía ponerme en pie, lo hice trabajosamente y me senté unos minutos en el bordillo de un parterre. Me pelé las rodillas, me hice varios morados en las piernas...

No ha sido la primera vez que he resbalado y caido, ni sin duda será la última. He resbalado pisando una hoja, pisando una chapa metálica mojada, pisando un cartel con la cara de un político (ya se sabe que la política es resbaladiza jeje) pero esta vez el golpe a sido muy duro. Es posible que me haya hecho una fisura o me haya astillado el hueso. Ya no tengo edad para caerme. ¿Qué será lo próximo? ¿Romperme la cadera? Jajaja Uff, espero que no, nunca me he roto nada (y toco madera para seguir así)...